“A los jóvenes desempleados, a los que tienen un trabajo
precario, a los empresarios y comerciantes con problemas para seguir adelante,
les expreso mi solidaridad”, agregó.
Acto seguido, volvió a evocar a su país. “Es una realidad
que conozco bien por la experiencia que tuve en la Argentina. Por ello les
digo: ‘¡Coraje!’ Tenemos que encarar este desafío histórico con solidaridad e
inteligencia”.
“Perdónenme por estas duras palabras -continuó-, pero donde
no hay trabajo falta la dignidad”.
Por último, lanzó una furibunda crítica contra el sistema
económico imperante. “Luchemos todos juntos contra el ídolo dinero, contra un
sistema sin ética, injusto, en el que manda el dinero”.
El Papa visitó una mina en la isla de Cerdeña, donde un
trabajador le hizo un regalo muy especial. El Sumo Pontífice contó la historia
de la migración de su padre.
“Bienvenido a Cerdeña, su santidad”, decía el casco amarillo
que un minero sin trabajo en la
minería le obsequió a
Francisco durante su visita a
una multitud de trabajadores, muchos de ellos, mineros, que en los últimos años
perdieron sus empleos.
Para mostrar empatía con ellos, contó la historia de su propia
familia. “Mi joven padre fue a la Argentina con la ilusión de hacer la América,
pero sufrió la terrible crisis de 1930. Perdieron todo, no había trabajo”,
dijo